Revista Digital del Instituto Copesal

Soy Ana María, una chica de 16 años que  vivía muy contenta en el campo. Mi familia, conformada por  mi madre, Roberta rodríguez; mi padre, Ramiro zapata; y mi  hermano mayor, Samuel Zapata. Yo amaba estar en el campo con los animales, con los cultivos y  con las bellas noches estrelladas que veía cada día, desde los 10 años. Yo no era una chica estudiosa, yo prefería  trabajar en la granja, aunque mis padres esperaban y soñaban que terminara pronto mi último año de estudio en una pequeña escuela  de pueblo ¨para que pueda partir a una universidad y pueda ser alguien en la vida¨. Yo no los escuchaba porque solo soñaba con poder estar siempre en  mi casa, y no estaba dispuesta a que mis padres me negaran ese sueño. Leer mas...

Por : Angela Rocio Reyes - Psicopedagia. En general aceptamos la vida y la muerte como realidades concretas de la existencia humana.  La aceptación de la muerte nos es más difícil y dolorosa.. Cuanto más nos sorprende cercana en la plenitud de la vida, más sorpresa y desconsuelo nos causa; si la causa de la misma es la autoeliminación, nos cuesta entenderla y aceptarla. La tristeza y desasosiego que sentimos es terrible al recibir la noticia de que una vida joven desaparece a causa de un suicidio.  Leer mas...